
Por Diego Martín Flores
El equipo de Nuñez revirtió el resultado ante Jorge Wilstermann, se metió a la semifinal de la Copa CONMEBOL Libertadores y enfrentará a Lanús el próximo 22 de octubre.
Lograron lo que pocos creían. Es que los tres goles sufridos en Bolivia mostraban un panorama poco alentador para todos los hinchas millonarios que llegaron al estadio con muchas dudas pero una certeza clara: en el banco estaba Napoleón.
No fue un partido cualquiera. El Monumental estuvo en otra noche copera en su máximo estado de éxtasis y Gallardo lo sabía; por la tarde circuló la información de que él pidió a su hinchada un banderazo para darle la confianza que tuvieron luego sus dirigidos en los 90 minutos de juego.
El equipo actuó como dicen los papeles: presionó, jugó bien y marcó el primer gol antes de los 10 minutos, ese que los especialistas dicen que es el más dificil de hacer. Y eso alivió a River, que trasladó problemas y dudas al equipo boliviano que no hizo pie en todo el partido y ya a los treinta le habían igualado la serie.
La ida al entretiempo dejó claro una cosa: Wilstermann no sólo tenía problemas futbolísticos, sino también anímicos: era imposible pensar en una remontada.
Las cámaras lo apuntaban a él, a un Gallardo que recibió una fervorosa ovación luego de finalizar un primer tiempo para el recuerdo. No hizo oídos sordos, apuntó a sus jugadores para que ellos fueran los dueños de todos los elogios.
El inicio del complementario lo mostró: Scocco marcó el quinto y los hinchas riverplatenses deliraron y se deleitaron por la ambición en el juego del equipo. Los demás goles de Fernández, Enzo Pérez y el quinto de Scocco en su cuenta personal no se harían esperar para sellar el resultado
La figura fue el equipo, pero tuvo pilares determinantes como Scocco, que con cinco goles quedará en la historia grande riverplatense y de la CONMEBOL Libertadores y Enzo Pérez, que se mandó con una corrida extraordinaria desde su campo hacia el arco de un Olivares que ya abatido no pudo hacer nada y veía cómo ingresaba el octavo y último gol de la noche.
River fue arrollador, una máquina la cual sus engranajes funcionaron a la perfección. Cumplió con las expectativas de sus hinchas que ven a la vuelta de la esquina una nueva final. Humilló a su rival con la presencia de un plantel que se anima a todo. Le queda un duro rival por delante como es Lanús. ¿Podrá superar a los dirigidos por Almirón? ¿Jugará psicológicamente en la cabeza de los jugadores del grana el resultado abultado de ayer por la noche? Hay una cosa clara, Napoleón está más firme que nunca.